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Implicancias territoriales de la crisis sociopolítica

Publicado el 25 de octubre de 2019

        Dr. Néstor Italo Carrera Académico Carrera Trabajo Social Universidad de Aysén   La crisis sociopolítica en curso que ha puesto en jaque la democracia, la libertad y los derechos humanos, ha abierto un umbral que evidencia la necesidad de transformaciones de fondo y nos desafía a diseñar  una nueva forma de construir sociedad, y al mismo tiempo, nuevos mecanismos de representatividad que orienten la agenda nacional hacia el desarrollo integral de la ciudadanía y no sólo al crecimiento económico. Pero este trabajo es mediato y de largo plazo. Entonces, ¿cuáles son las implicancias inmediatas de esta crisis? ¿De qué formas particulares afecta a nuestra región y qué podemos hacer al respecto? En un contexto en el que el discurso de la competitividad ha sido rápidamente reemplazado por el de la colaboración, y donde la dimensión humana se ha puesto sobre las utilidades, el interés y las ganancias, es posible señalar que las implicancias de la crisis se han manifestado principalmente y de forma inmediata en la dimensión económica del territorio regional. La incertidumbre, y a su vez, un discurso internacional que configura la idea de una guerra, ha tenido efectos cuyo primer impacto a resentido la industria del turismo y el comercio, generando con ello, un escenario que exige la articulación y la participación del conjunto de actores para abordar la incertidumbre de estar a puertas de perder una temporada completa de trabajo, y cuyos efectos colaterales, afectan toda la cadena productiva, y por ende, toda la oferta de la cual dependen parte importante de la población a nivel regional. Durante la jornada del martes 22 de octubre, en el Lodge Cerro Negro ubicado Coyhaique, distintos actores y gremios asociados al turismo y el comercio desarrollaron una asamblea para evidenciar y visibilizar los efectos de la crisis en curso. El diagnóstico es lapidario, no se cuenta con estrategias ni la articulación suficiente para mantener la empleabilidad y asegurar los retornos que sólo la temporada de verano permite generar y que sustenta a microempresarios y familias completas que han hecho del turismo una forma de vida, y cuyos esfuerzos sistemáticos han tatuado el nombre Patagonia como marca turística de nivel mundial. El diálogo humano que caracterizó las conversaciones, permitió comprender que la necesaria edificación de una estrategia debe involucrar a gremios, gobierno, instituciones del conocimiento y la sociedad civil en pleno, para trabajar enfocados en una tarea con vocación regional y orientada a mantener la paz y tranquilidad que siempre ha caracterizado las formas de vivir y habitar el territorio, condición sine qua non para abordar tiempos de conflictos. La cancelación o anulación de reservas, la cancelación de vuelos, la cada vez mayor dificultad de articularse con proveedores, entre otras, son la punta del iceberg de un problema que puede escalar y no solo dañar la economía regional (y por supuesto al país completo), sino también, fragmentar la cohesión social y las confianzas que operan como el suelo psicológico para vincularnos. En periodos de incertidumbre, la articulación y la innovación adquieren más sentido que nunca, ya que a partir de relaciones horizontales es posible establecer formas transitorias de gobernanza que reorganicen nuestras prioridades y generen condiciones adecuadas para operar como comunidad garantizando la seguridad y la cooperación de todos los y las habitantes de la Patagonia. Así mismo, recuperarnos de una crisis de institucionalidad que exige replantearnos cómo trabajar por un futuro compartido bajo nuevos términos, marcos estructurales y sinergias globales.