Publicado el 22 de julio de 2019
Baldemar Carrasco M.
Consejero Superior Universidad de Aysén
No, no voy a solicitar a las y los señores académicos que elijan a una u otra candidata a rectora de la universidad. Soy miembro del Consejo Superior y Presidente del Consejo Electoral. Sería una grosería de mi parte solicitar a las y los señores académicos, insinuarles siquiera, algún nombre. Ellos, que han alcanzado el grado de doctores en sus especialidades y dictan con sabiduría sus cátedras a los estudiantes de nuestra región, tienen, desde luego, la capacidad para pensar, reflexionar, intuir, meditar, comparar, extraer conclusiones, discernir, en suma, elegir a la persona con las mayores capacidades para conducir nuestra universidad en los momentos que vivimos, con toda la problemática que ello implica y conlleva. ¿Por qué mi interés en el futuro inmediato de nuestra universidad? Porque estoy ligado, unido, a la ineludible necesidad de contar con una universidad de calidad en nuestra tierra. Desde hace más de sesenta años tuve que emigrar de la región para estudiar mi enseñanza secundaria. Luego, seguir fuera de la región por otros seis años más para ingresar a la universidad y estudiar Pedagogía. Las cosas no eran como hoy. Un día de viaje a Pto. Aysén: a pie, a caballo, camión, como se podía…tres, cuatro días en un barquichuelo, con temporal o sin él. Pto. Aysén- Pto. Montt…dos días en tren. Pto. Montt- Santiago a carbón…humo…más humo. Total: una semana de viaje. Seis años de estudio…con memoria, práctica y el examen de grado hacían lo mismo. Otros hijos de esta tierra, cuyos padres, con mucho esfuerzo, podían financiar sus estudios. Cartas demoraban quince días en llegar. Giros: dinero para cancelar la pensión y otros gastos, una semana…Teléfono no había…a qué seguir….recorriendo veinte, treinta pensiones cada año. ¿Becas? Nadie sabía de ellas, no se conocían. Una vez al año, cada dos volver a nuestra tierra a ver a nuestra madre y familiares, muchas veces, en tercera clase (la bodega del barco). Así fue nuestra vida universitaria. Regresé a mi tierra. La política, la suerte nos acompañó. Salimos electos diputados en 1965. En mi primer discurso en el parlamento, planteando los problemas de la región, lo primero que dijimos fue: “una universidad para la Provincia de Aysén». Muchos se rieron, claro, sólo existían la U. de Chile, la Católica de Santiago y Valparaíso, la de Concepción y algunas otras, en formación. Estábamos conscientes del peso de una universidad en el desarrollo de una comunidad y su territorio. No logramos universidad, pero pudimos tener una ley que nos permitió una beca completa para quienes querían continuar estudios: pasaje aéreo y pensión completa. La llamamos Beca Gabriela Mistral, que feneció durante la dictadura, cuando le pusieron “Beca Primera Dama”. No nos olvidamos de la universidad para nuestra tierra. El año 1990, de regreso a la democracia, cuando volvimos al congreso, lo primero que planteamos una vez más fue “una universidad” para nuestra tierra. Lo dijimos, también aquí, en la plaza de nuestra ciudad, en su aniversario, un 12 de octubre de 1990, llamando a la comunidad a luchar por ella. Cuántas veces repetimos el discurso en la Cámara de Diputados, no sé…hasta que llegó el momento. La Presidenta Bachellet envió el proyecto de ley al Congreso en 2014 y se creó la Universidad de Aysén. La actual senadora, señora Jimena Órdenes, Intendenta Regional entonces, constituyó una comisión para estudiar “la universidad que queríamos”. Hablamos de calidad, de docencia, de investigación, de campus universitario, de académicos, de carreras, de becas, de vinculación con el medio, con otras universidades, con otros países. Nos visitaron infinidad de rectores, investigadores, académicos, especialistas para “pensar nuestra universidad…”. Hasta que logramos diseñarla y escribir un texto con todo su contenido y su vinculación con nuestra comunidad y nuestra tierra. Que han existido problemas, sí. ¿Qué obra de esta envergadura no los tiene? Pero empezamos a caminar. La burocracia, el centralismo, la tramitación, la incomprensión no hizo fácil el comienzo, pero la Universidad de Aysén camina con la esperanza viva de la comunidad en ella, emprendedora del futuro regional y de la calidad humana de su población. Que hay discrepancias, distintas apreciaciones en su devenir, que se puede hacer esto o lo otro, claro que las hay y las va a haber siempre y es bueno que las haya, nos permite reflexionar sobre ella, sobre su futuro. Del debate emerge la luz. Luz, más luz requerimos todos los días para alumbrar más y mejor a nuestra universidad. No tengo dudas que sus académicos, damas y varones, que tienen que asumir esta seria responsabilidad de elegir a su Rectora, lo van a hacer sólo pensando en la calidad de la universidad que debemos construir entre todos. El talento, las capacidades, los conocimientos, las experiencias, la calidad humana que la universidad reclama para conducir su dirección, es lo único que debe estar presente en nuestras conciencias a la hora de decidir. En esta misión no caben, no pueden caber, de parte de nadie, decisiones superfluas, actitudes mezquinas, venganzas odiosas. Nos reconforta y nos llena de optimismo la calidad humana, la capacidad, la inteligencia estrenada, el talento, la sabiduría y la reflexión de cada uno de nuestros académicos para dar a esta universidad de todos, a esta universidad de la Región de Aysén, la mejor conducción posible. Dios así lo quiera.