La iniciativa, impulsada desde el Comité Ambiental de la Municipalidad de Coyhaique y liderada por la Universidad de Aysén, puso en valor la flora urbana de la ciudad y la memoria social asociada a su establecimiento, integrando conocimientos ambientales, históricos y comunitarios.
El jueves 11 de diciembre se realizó en el Campus Lillo 1 de la Universidad de Aysén el evento de cierre del proyecto piloto “Cien años sembrando la ciudad de Coyhaique”, iniciativa que tuvo como objetivo identificar, caracterizar y valorar la flora urbana de la ciudad, así como reconocer las historias de las personas y familias que han contribuido a su desarrollo a lo largo del tiempo.
El proyecto permitió levantar información en más de 50 áreas de interés dentro del radio urbano, de las cuales se seleccionaron siete sectores para un trabajo en profundidad, que incluyó entrevistas a vecinas y vecinos, registro fotográfico y recopilación de antecedentes históricos y ambientales. Entre los principales hallazgos, se identificaron árboles frutales con más de 80 años de antigüedad, especies traídas desde otras zonas del país y saberes locales vinculados al cuidado, propagación e injertación de plantas.
La iniciativa fue desarrollada en el marco del Comité Ambiental de la Municipalidad de Coyhaique y dirigida por el académico de la Universidad de Aysén Carlos Zamorano, profesor asociado del Departamento de Ciencias Naturales y Tecnología y director del Magíster en Gestión del Cambio Climático. El proyecto contó además con la participación de dos estudiantes de Ingeniería Forestal, fortaleciendo el vínculo entre formación académica, investigación aplicada y territorio.
En esta misma línea, Profesor asociado de la Universidad de Aysén del Departamento de Ciencias Naturales y Tecnología, relevó los principales hallazgos del proyecto piloto y el valor del conocimiento local levantado. “Dentro de los primeros resultados encontramos árboles frutales que tienen más de 80 años, plantas que los vecinos trajeron desde Angol y desde Talca, muchas de ellas tanto en forma de plantas como de esquejes. Muchos de estos vecinos tienen un conocimiento muy rico, no solo de su flora, sino también de cómo propagar sus plantas. Ellos mismos realizan sus propios experimentos, injertando entre frutales y creando individuos con distintas variedades. Además, los vecinos nos han comentado cómo perciben el impacto del cambio climático en la vegetación, pero también que esta flora, al ser muy antigua y estar establecida desde hace muchos años, es más resistente. El desafío, entonces, es valorar y conservar lo que ya existe, y ojalá poder replicarlo en otras partes de la ciudad, como los espacios públicos”, explicó.
Por su parte, la concejala de la comuna de Coyhaique, Marcela Agüero Muñoz, valoró el trabajo articulado entre instituciones y comunidad, subrayando el aporte del proyecto al proceso de certificación ambiental municipal. “Somos parte del Consejo Ambiental Comunal, donde participan distintas entidades, tanto del ámbito de la educación, la Seremi de Medio Ambiente, la municipalidad y la sociedad civil. Este año me tocó presidir esta instancia y estoy muy contenta con los resultados y con mucho ánimo de seguir trabajando para llevar adelante la certificación, que es importante, pero por sobre todo para fortalecer la conciencia del cuidado de nuestro medio ambiente”, indicó. Asimismo, agregó que “se trabajaron cuatro ejes muy amplios, como contaminación ambiental, tenencia responsable y cambio climático. Al abordar este último, entendimos que existían mitigadores naturales, como los huertos urbanos”.
José de Lillo, encargado del Programa de Protección al Medio Ambiente de la Municipalidad de Coyhaique, destacó que la actividad marcó un hito relevante dentro del trabajo desarrollado durante el año. “Lo que estamos realizando hoy es la ceremonia de término, o el hito de cierre, del proceso de certificación ambiental municipal en el que estuvimos trabajando todo el año, donde un actor importante fue el Comité Ambiental Comunal. Este proyecto que estamos presentando es el resultado de varios meses de trabajo realizado entre el comité y la Universidad de Aysén. Es un trabajo muy bonito, de mucho esfuerzo, y que esperamos seguir fortaleciendo el próximo año”, señaló.
Fernando Cayún de la Peña, uno de los vecinos participantes del estudio en el sector Quinta Burgos, señaló que “vivo en la Quinta Burgos, que fue una de las áreas de estudio sobre los árboles frutales aquí en la ciudad. Nosotros, junto a mi familia, vivimos en la Quinta Burgos desde hace más de 35 años. Es una zona ubicada entre la avenida Huanchaca y el bypass, y se caracteriza por tener muchos árboles frutales, como ciruelos, manzanos y cerezos, además de muchas hortalizas. Este sector fue habitado por la familia Burgos Alvarado hace más de 100 años, quienes fueron vendiendo los terrenos a las familias de los actuales pobladores de la Quinta Burgos”, relató.
El evento de cierre incluyó una exposición con imágenes de la flora registrada, relatos locales y una síntesis de los principales resultados del proyecto, y contó con la asistencia de integrantes del Comité Ambiental Comunal, vecinos y vecinas participantes y representantes institucionales. La experiencia dejó un registro relevante para la gestión ambiental local, abriendo proyecciones para futuras etapas orientadas a la conservación del patrimonio natural y cultural de Coyhaique frente a los desafíos del cambio climático.
